UN ADIÓS ANTICIPADO

Como un caballero. Así se marcha Javier Aguirre del Atlético de Madrid. Se va un profesional, un hombre de club y una buena persona. El mexicano no será recordado por el fútbol que desplegó el Atlético pero sí debería serlo por las metas que alcanzó en las dos temporadas y media que ha estado en el banquillo rojiblanco. En la primera, el club le pidió llegar a Europa y 'El Vasco' lo consiguió. En la segunda se subió el listón. El objetivo era que el Calderón volviese a disfrutar de la 'Champions' doce años después. Con mucho sufrimiento y en la última jornada, lo logró. Llegar a Europa no debe ser razón para sacar pecho entre los atléticos por historia, títulos y afición. Pero tampoco hay que olvidar que al Atleti le ha costado volver a la élite tras su paso por el 'Infierno' de la Segunda División.

El mexicano estuvo cuestionado por la grada casi desde el primer día. El pobre juego del equipo, los continuos desajustes defensivos y sus más que discutibles decisiones sobre el campo, nunca gustaron en la Ribera del Manzanares. Tampoco ayudó que elogiara continuamente a la cantera en rueda de prensa y después no la diese 'bola'. En estos dos años y medio Miguel Ángel Gil Marín, dueño del club, ha sido siempre su mayor y casi único valedor dentro de la directiva.

Aguirre ha contado estos años con proyectos deportivos muy atractivos. El club apostó por Sergio Agüero cuando éste empezaba a 'volar' en Argentina. Aguirre tuvo en su primer año a Fernando Torres, emblema y bandera del Atleti, y al 'Kun', estrella en ciernes del fútbol mundial. El equipo acabó la Liga en séptima posición, llegando a la Copa de la UEFA vía Intertoto. Para entonces, Torres tuvo que emigrar a Liverpool, donde 'El Niño' se ha hecho mayor y hoy día es uno de los mejores jugadores del mundo para orgullo atlético. En su segunda temporada, fueron Simao y Forlán, dos jugadores de contrastada calidad, los que se sumaron al proyecto rojiblanco a golpe de talonario. Los Maxi, Simao, Agüero, Forlán y compañía llevaron al Atlético al cuarto puesto y con ello a la Liga de Campeones.

Pero en este tiempo el equipo rojiblanco ha tenido dos puntos negros: la defensa y falta de un 'cerebro' en el centro del campo. El pasado verano se apuntaló la zaga con Heitinga y Ujfalusi, jugadores con experiencia internacional. Resultado: el mismo que años anteriores. En cuanto al creador de juego, Aguirre nunca ha contado con un organizador tipo Xabi Alonso, Gago o Xavi, por poner tres ejemplos. El club lleva tiempo intentando fichar un 'enganche' para abastecer de balones a la delantera. Diego, Silva, Van der Vaart, Riquelme... el argentino significó la primera herida en la relación entre Aguirre y la directiva. El club lo tenía atado a falta del 'OK' del entrenador. Aguirre echó al traste la operación y siempre se lo achacaron en el Calderón. Otro roce del míster mexicano con el club llegó con el 'affaire' Maniche. El luso, de los mejores jugadores en ese momento, le echó un pulso y acabó en Milán. La directiva no entendió que el entrenador se empecinase en la salida de Maniche. Seis meses después y sólo cuando mejoró su actitud, Aguirre le reincorporó a la disciplina rojiblanca.

Aguirre, en su despedida, ha afirmado que en diciembre, cuando el equipo acumulaba más de dos meses sin perder un partido, "nunca habría imaginado" esta situación en febrero. El equipo cerró 2008 en puestos de 'Champions', y en octavos de final en Copa del Rey y Liga de Campeones, competición ésta última donde, por cierto, no ha perdido ningún partido. La nefasta racha de resultados de enero le han condenado, aunque la relación con la grada nunca fue fácil y su continuidad estuvo más de una vez en entredicho. En este último mes, se ha coreado en más ocasiones el ¡Aguirre vete ya! que los goles del Atleti.

La guillotina ha caido sobre la cabeza de Aguirre para goce de gran parte de la afición colchonera y puede que para más de un jugador. Algunos le han hecho la cama, aunque ante los medios de comunicación lo defiendan a capa y espada. El problema de Aguirre en este mes ha sido, además de los resultados, el no poder atajar a tiempo la formación de 'grupitos' dentro del vestuario. Y ya se sabe, por muy injusto que sea, es más fácil echar a un hombre que a una docena, y más si la crisis se desencadena a mitad de temporada.

Se van Aguirre y su equipo técnico, a los que tanto, y me remito al comienzo del artículo, hay que agradecerles, y llega Abel Resino, un atlético de cuna que defendió la portería rojiblanca durante nueve temporadas y que ganó dos Copas del Rey, ambas en el Santiago Bernabéu y en una parando un penalti a Michel. Abel conoce la casa no sólo por haber jugado en el Atlético, sino porque fue entrenador de porteros con Arrigo Sacchi durante la etapa del italiano en el Calderón, ayudante de Paolo Futre cuando éste fue director deportivo rojiblanco y segundo entrenador con César Ferrando. Como técnico, su experiencia es corta, habiendo entrenado a Ciudad de Murcia, Levante y Castellón. El presente atlético pasa por su persona y por la de otro ilustre ex rojiblanco, Santi Denia, integrante del mítico 'doblete'. Suerte a los dos.

Por Andrés Nicolás